lunes, 8 de agosto de 2011

la regla del exceso


Las noticias policiales ponen en evidencia lo difícil que es hacerse una pregunta básica: ¿cuál es el límite? ¿Qué es información, estrictamente hablando? ¿Cómo separar lo necesario de lo excesivo? Si por definición la noticia policial señala veredas, identidades, expectativas y el horror del otro en cualquier sociedad, los modos en que se canalice no son menores. Porque el pudor es social, la curiosidad no siempre es individual; mucho menos la etiqueta y los protocolos del dolor.
Las coberturas del asesinato de dos turistas francesas en Salta llama la atención, por ejemplo, porque revela qué tan diferentes pueden ser los límites periodísticos en dos países, aún cuando Internet vuelva vulnerables las distancias entre textos. Desde el primer momento de conocidos los asesinatos, los medios argentinos relevaron nombres completos, edades, historias de vida. Se procuró reconstruir los últimos días de las víctimas contactando representaciones diplomáticas, conocidos, amigos, familiares. La barrera del idioma dificultó un poco las cosas.
La embajada francesa en Argentina rehusaba dar información porque las familias habían pedido discreción; la abuela de una de las asesinadas contaba vida y obra en un diario francés. Algún medio argentino tradujo las declaraciones.
Aún cuando contaran detalles íntimos, los medios franceses siguieron una regla: no identificar a las víctimas con nombre y apellido, sino dar nombres de pila. El anonimato relativo también tenía poca cuerda, porque sí fueron publicados los retratos de las chicas. Quienes las conocieran, sabrían de quiénes se trataba; quienes no, tendrían acceso a una imagen relativamente genérica (víctimas jóvenes, bellas, con vidas sociales activas).
En Argentina, pocos medios no publicaron las fotos de la ropa interior de las asesinadas, una concesión brindada por la policía provincial, en aras de demostrar cómo avanzaba la investigación. Apenas se cuestionó el asunto.


La ilustración: tapa del suplemento ilustrado del diario popular Le Petit Journal -París, 2da mitad de 1800-, donde a falta de fotografías truculentas buenas eran las ilustraciones color de los momentos dramáticos. Unos años después, en Buenos Aires, nacía el Petiso Orejudo. (en los links, acceso a los archivos de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Francia).


sábado, 6 de agosto de 2011

off topic: biocosmista



1855. Nicolai Fedorov, de Odessa, hijo bastardo de un noble, educado a medias por un tío que ya no está, huérfano de padre y madre, huérfano de toda familia en realidad, llega a Moscú. Tiene un background enciclopédico que le alcanza para emplearse como maestro y bibliotecario. En la ciudad conoce escritores; lee todo lo que tenga a tiro. Da conferencias. Con el tiempo, su fama corre. Dostoievski, Tolstoi acuden a escucharlo.
¿Qué dice? Explica que, tal como lo conocen, el mundo es injusto. Es preciso reformular la propiedad privada del tiempo: los muertos necesitan justicia, y los vivos encontrarle la vuelta a la eternidad, porque a fin de cuentas -no lo dice así, pero sí lo dice- nada de la energía vital se pierde. Si todo se transforma, ¿por qué no procurar una unidad universal de los cuerpos? A los viejos, la sangre de los jóvenes; a los jóvenes, la sangre de los viejos. Funda el partido de los biocosmistas.
Dominar la naturaleza y tener técnica es de tibios; él propone ganarle al Tiempo mismo. Tener el poder sobre los cuerpos es, también, tener poder sobre el cosmos.Cuando empieza tiene poco más de 30 años, y hace poco abandonó la Iglesia (Ortodoxa) porque le parece inmoral que la salvación pueda ser inmoral.
Cuando muere, en 1903, tiene 75 años y la frustración de no haber podido resucitar a nadie.
(Algo dejó. Alexander Bogdanov, bolchevique, cercano a Lenin, abre una clínica para aplicar las ideas de Fedorov a la Revolución: para alcanzarla más pronto, basta con intercambiar sangre entre revolucionarios y rusos del montón. De paso, aprovecha para infundirse -literalmente- sangre joven. Muere 123 transfusiones después).

Fedorov y su historia delirante, sobre la que no parece haber mucho material (lo único publicado son papeles compilados por sus alumnos) aparecen referidos en El Capital, la todavía más delirante película de 9 horas de Alexander Kluge, que todavía puede verse en Proa.

miércoles, 6 de julio de 2011

cuestión de tiempo



Se llama (se hace llamar) Platon y se hizo famoso, en el sentido mainstream del término, porque un retratazo suyo de Vladimir Putin para la revista Time ganó, en 2008, el primer primero del World Press Photo Contest. Con el tiempo, esa foto pasó a formar parte de un ensayo fotográfico sobre personas y rostros del poder, Portraits of power, publicado en el New Yorker, y del que sale este fotón de Kadafi. En esa serie entran también algunas imágenes de Hugo Chávez, Cristina Fernández, Silvio Berlusconi, y Bill Clinton. Ah, y top of the tops, Barack y Michelle Obama.
En realidad, Platon tiene también otros trabajos interesantísimos, como este sobre sobrevivientes de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, y uno un poquitín demasiado con estética publicitaria para mi gusto sobre personajes divinos de Grecia.
En cualquier caso, sea cual sea el tema que esté mirando, lo que Platon muestra es el valor del tiempo y cómo todavía algunos grandes medios siguen apreciándolo. Más allá de los contactos, las influencias, los espacios de visibilidad en juego, ciertos trabajos sólo pueden hacerse gracias a eso: detrás de una gran foto, un gran texto, aún uno no necesariamente histórico pero sí digno, seguramente hay tiempo.
(Más sobre Platon: acá hay una entrevistita que le hizo, hace pocos días, un programa de la BBC).

domingo, 3 de julio de 2011

las academias y el kindle


Hace un par de días llegó mi kindle.
Buscando contenidos más allá de los libros (que no sólo están las tiendas: hay una cantidad inmensa de textos sin derechos circulando), me di un gusto que venía prometiéndome: la suscripción a la Columbia Journalism Review, la revista de artículos de investigación y variedades de la Journalism School de la universidad. No fue un gran sacrificio: 2 dólares por mes, para una publicación bimestral.
Cuando intenté suscribirme a alguna otra cosa del estilo, me encontré con el vacío. Al menos en Amazon, la única revista académica sobre periodismo y medios disponible como e-book es la de Columbia. Ninguna otra universidad o centro de investigación, de ningún país, está ofreciendo contenidos del estilo allí.
Eso no quiere decir que no se consigan publicaciones académicas sobre periodismo online. Hay, pero no con el concepto de Journal y la posibilidad de suscripción. Cruzo los dedos; en una de esas, ahora que Eudeba empieza a tener catálogo digital, resuelve algo por el estilo.
Y acá va la yapa para contenidos en pdf, no estrictamente e-book. La Academia Nacional de Periodismo, cada tanto, sube a su sitio algunas publicaciones de sus integrantes. No tienen el concepto de Journal, y tampoco actualizan muy seguido, pero algunos libros, por ser testimoniales o investigaciones muy específicas, pueden ser joyitas si lo que te interesa es la historia del periodismo. Ahora, por ejemplo, yo estoy leyendo "La Prensa" que he vivido, de Manceira, un viejo redactor del diario.
Sigo investigando el kindle, que la rockea, como bien vaticinó los otros días uno de los genios de mi sitio de cabecera para e-books, el Club del e-book.

miércoles, 22 de junio de 2011

Usos de la primera persona

 Nació en Filipinas; a los 12 llegó a Estados Unidos para vivir con sus abuelos; a los 28 ganó un Pullitzer (trabajando sobre la matanza de Virginia Tech).Hace poco cumplió 30. Escribió en el Washington Post, en el Huffington Post.
En pleno debate por la Dream Act (una ley para regularizar la situación legal de los hijos de inmigrantes), escribió su vida para el New York Times, la contó en entrevista con la cadena ABC y se arriesga a ser expulsado.
"I’m done running. I’m exhausted. I don’t want that life anymore."

martes, 21 de junio de 2011

fotos de alguien


Las publican, en simultáneo, el New York Times y el online EinesTages
Se sabe que son de 1941, pero no mucho más que lo que muestran: Hitler esperando a alguien en un andén, las rutinas de una campaña de los nazis en el frente este de Europa, un oficial alimentando a un gatito, una mujer anónima posando ante una ciudad, un prisionero, no, varios prisioneros de campos. Son fotos de un álbum anónimo en b&n.
El álbum de fotos era de un ejecutivo de la industria de la moda. Se lo había dado alguien que le debía dinero; a su vez, esa persona lo había conseguido de alguien más, que lo había conseguido de un jardinero. Es decir que desde 1941 hasta ahora esas fotos sirvieron para pagar deudas.

"Lo alcanzó al New York Times con la esperanza de que la atención de la prensa -y alguna idea más acabada del origen del álbum- podría incrementar su valor. Le gustaría que se tradujera en una venta que, espera, sea de 'seis cifras o más', para pagar cuentas médicas y liquidar sus deudas. Se ha sometido a un cuádruple by pass y declaró su quiebra personal. Ninguno de sus colegas o competidores sabe eso, o que él posee semejante álbum, de modo que solicitó anonimato."
PS
El día en que se publicaron las fotos, una historiadora alemana, lectora del EinesTages, resolvió el misterio: el autor fue el reportero gráfico, y soldado nazi, austríaco Franz Krieger.